El día 24 de septiembre de 2024 falleció D. Miguel Pérez Fernández, catedrático jubilado y emérito de Lengua y Literatura Hebreas en la Universidad de Granada. Con su muerte el mundo de los estudios del judaísmo ha perdido una figura señera de reconocido prestigio, aunque nos deja una amplia producción escrita.
Sus estudios básicos de filosofía los realizó en el Seminario Diocesano de la diócesis de Cartagena en Murcia y culminó los de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana, residiendo en el Pontificio Colegio Español de Roma, donde fue ordenado sacerdote en 1964. Tras unos primeros años de ejercicio pastoral en su diócesis de origen, prosiguió su formación en Roma con la Licenciatura en Ciencias Bíblicas en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, y más tarde la Licenciatura en Filología semítica en la Universidad de Barcelona.
Allí lo incorporó a su equipo el catedrático Dr. D. Alejandro Díez Macho, eminente arameísta que se hallaba inmerso en el estudio y edición del Manuscrito Neophyti que él mismo había identificado como Targum Palestinense en la Biblioteca Vaticana pocos años antes. El contacto con este campo de investigación tendría para Miguel Pérez una importancia señalada.
Siguiendo al profesor Díez Macho, que se trasladó a una cátedra de la Universidad Complutense de Madrid, fenómeno este de seguir al catedrático muy habitual en la época si las plazas docentes de los miembros de un equipo no estaban consolidadas, llegó Miguel Pérez a esa universidad y comenzó la elaboración de su tesis doctoral, compaginando la investigación con la docencia de las más diversas materias en el marco de la Licenciatura en Filología Hebrea. La defensa de su tesis titulada Tradiciones Mesiánicas en el Targum Palestinense, Estudios Exegéticos, tutelada por Díez Macho, tuvo lugar en la UCM en 1975.
Sus comienzos como investigador se dieron, pues, en el ámbito de la lengua y la literatura arameas, en momentos en que el Targum se trataba en los ámbitos académicos católicos mayormente como literatura bíblica de la mano de grandes estudiosos como Le Déau y Diez Macho, aunque existiera la clásica denominación de Paraphrasis Caldaica que sin duda tomaba ya alguna distancia al no calificarlo de traducción ni versión. Alejándose en parte de esta escuela, Miguel Pérez fue más allá de los textos escritos para buscar el contexto social, intelectual y religioso en que nacieron como literatura oral y centrar allí su estudio. Se encontró entonces con el acervo de las tradiciones rabínicas de la Torá Oral, Misná, Talmud, y sobre todo sus formulaciones en el extenso corpus midrásico, al que dedicaría la mayor parte de su actividad investigadora el resto de su vida. El mismo Díez Macho lo reflejaba ya en el prólogo a la edición de la tesis doctoral (1981) donde escribió: «Este es un libro ejemplar de exégesis targúmica, que extrae el jugo semántico de los textos en conjunto y de cada palabra o sentencia en particular; que da constantemente razón de los métodos y procedimientos derásicos empleados por el meturgeman o traductor del texto hebreo al arameo; que detecta relaciones insospechadas 1 La cursiva es mía. entre el Targum, otras fuentes rabínicas y el Nuevo Testamento». Para los que hemos seguido por el camino, abierto por Miguel y alentados por él, estas relaciones dejaron de ser ‘insospechadas’, para pasar a ser evidentes e inapelables.
Su, personalmente desinteresado, interés por esta senda investigadora le llevó a abrir camino para otros muchos estudiosos, colegas y alumnos: Comenzando de forma tímida con el concurso de la Institución San Jerónimo para la Investigación Bíblica y la colaboración entusiasta de su amigo Vicente Collado; y finalmente en colaboración con la Editorial Verbo Divino y la Asociación Bíblica Española (ABE) surgió la colección Biblioteca Midrásica, que se presenta como: «Proyecto concebido para servir de plataforma de difusión en español de textos del judaísmo clásico y estudios sobre lengua, literatura e historia del período rabínico. Abierta a las relaciones con la literatura neotestamentaria e intertestamental…» y que cuenta con más 30 títulos.
Entre ellos hay varios del propio Miguel Pérez y citaré solamente dos: La Lengua de los Sabios: Morfosintaxis, que es una magnífica gramática del hebreo rabínico que fue posteriormente traducida al inglés y publicada por EJ Brill; y la traducción del abultado volumen de Strack-Stemberger Introducción a la Literatura Talmúdica y Midrásica. Ambos, manuales básicos e imprescindibles para el acercamiento a la lengua y la literatura del periodo entre el siglo ii a. C. y el vii d. C. Hay todavía un tercero, El Beso de Dios, Midrás de la muerte de Moisés, publicada en colaboración con Olga Ruiz Morell, que merece mención aunque solo fuera por el acierto del título, que nos habla de la finura y el cariño con que Miguel se acercaba a los textos rabínicos.
Detrás de esta encomiable capacidad de trabajo que lo mantuvo plenamente activo hasta un año antes de su fallecimiento, se encontraba un hombre afable, de profunda fe y compromiso de servicio, siempre al servicio de la Diócesis como sacerdote, simpático y hábil contando chistes, que gozaba tomando una cerveza con colegas y amigos, generoso, con su casa de Granada siempre abierta para hospedar a colegas, y que además era un buen gestor universitario. Fue varios años director del Instituto Español Bíblico Arqueológico, Casa de Santiago en Jerusalén, reflotó la maltrecha Asociación Española de Estudios Hebreos y Judíos, AEEHJ en sus siglas, que él llamaba jocosamente ‘la aserejé’, fue durante años director del Departamento de Estudios Semíticos de la Universidad de Granada.
Muy querido y respetado en su pueblo natal, San Pedro del Pinatar, por su bonhomía, amigo de sus amigos de infancia y adolescencia, en su sencillez profunda, propia de quien considera que solo ha hecho en su vida lo que tenía que hacer, se resistió durante tiempo, ya jubilado, a que el municipio le diera un reconocimiento institucional. Al final, ante la insistencia, acabó aceptando el nombramiento de Hijo Predilecto del pueblo, y en el acto institucional, en un atestado Salón de Plenos del Ayuntamiento, concluyó su discurso de agradecimiento diciendo que él siempre había sido y seguía siendo ‘Miguelico el de Trini’.