Esta publicación, al cuidado de Miguel Ángel Espinosa Villegas, de la Universidad de Granada, viene a aportar un poco de luz sobre un tema de investigación que se mueve entre las sombras debido a la escasez de documentación. La judería (o juderías) de Granada es el hilo conductor de los ocho trabajos de investigación que se incluyen en este volumen. Estos ocho capítulos están firmados por integrantes del proyecto de investigación «La judería de Granada: Geolocalización y referenciación espacial. Identificación, análisis y recuperación: Rimon-Sefarad» (B-HUM-227-UGR18), cuyo investigador principal es el propio Espinosa Villegas. En la «Introducción» (pp. 9-13) que abre el volumen, el editor declara los objetivos del equipo de investigación que dirige:
En el horizonte del grupo habíamos fijado la contribución al esclarecimiento de los misterios de la judería o juderías de la ciudad de Granada, la última comunidad en territorio islámico y cuya salida de tierras hispanas propició la creación de una memoria, también romántica, de la vieja Garnata al-Yahud, la Rimon Sefarad, nuestra Granada de España (p. 10).
Estos objetivos del grupo de investigación son los que se plasman en los diversos capítulos que componen el volumen, que de forma interdisciplinar abordan diferentes aspectos de la judería de Granada. A su vez, estos ocho capítulos se agrupan en tres grandes bloques, que son «I. La tradición y la historia» (pp. 15-88), «II. La huella literaria» (pp. 89-183) y «III. Las nuevas tecnologías» (pp. 185-229). Para poder comentar mejor el contenido del libro, conviene detenerse un poco en cada de uno de estos tres bloques.
Como ya se ha señalado, el primero de los tres bloques que conforman este volumen es «I. La tradición y la historia» (pp. 15-88), compuesto a su vez por tres capítulos, todos dedicados al pasado histórico de la presencia judía en Granada. El primero de los tres capítulos de este bloque está firmado por Francisco Jiménez Bedman y lleva por título «Reflexiones, consideraciones y fuentes sobre la antigua comunidad judía de Granada» (pp. 17-31). Este capítulo es un excelente punto de partida para el volumen, puesto que comienza haciendo un repaso a la presencia del pueblo judío en la península ibérica, si bien hay que tener en cuenta que la documentación de estos períodos es compleja y todo se envuelve en un halo de leyenda. Acto seguido, dedica un extenso apartado al Concilio de Elvira (ca. 303-309), puesto que «fue el primer cuerpo normativo de la iglesia cristiana en incorporar una normativa antijudía que, a su vez, sirvió de base para desarrollos canónicos posteriores» (p. 24) y, además de ser un aspecto bien documentado, guarda una relación muy estrecha con la judería de Granada.
El siguiente capítulo se debe al propio editor de este volumen e investigador principal del proyecto, Miguel Ángel Espinosa Villegas, y se titula «La judería de Granada: memoria del futuro de un patrimonio complejo» (pp. 33-65). No cabe duda del esplendor de la judería en período islámico, que es cuando se desarrolla la comunidad: «El enriquecimiento y la alianza con el poder de algunas familias de la ciudad, como los Nagrella, harán de Granada uno de grandes focos intelectuales judíos del siglo xi» (pp. 33-34). Sin embargo, hay mucha controversia en cuanto a la propia fundación de la ciudad de Granada, y las fuentes van agregando diferentes versiones según las épocas, si bien incluso hay noticias antiguas de que la fundación fue judía. Por otra parte, tampoco queda clara la ubicación de la judería (o juderías). Tradicionalmente se sitúa en el Realejo, pero falta constancia material de esta atribución y, por eso, es un tema bastante discutido. Además, el capítulo hace énfasis en la rápida castellanización que ejecutaron los Reyes Católicos, que originó la pérdida física de esos restos que podrían trazar los límites de la judería.
Finalmente, siguiendo la estela del capítulo anterior, este primer bloque se cierra con el trabajo de Antonio Bernardo Espinosa Ramírez, titulado «Los judíos de Granada: presencia, ausencias y construcción de la memoria en la narrativa y el espacio público» (pp. 67-88). Este texto se centra, sobre todo, en la percepción de ese pasado judío de Granada y en cómo ha ido cambiando a lo largo de los siglos en función de diversos intereses. En este sentido, destaca que «El espacio público podemos considerarlo como ese lugar de memoria, ese espacio textual y simbólico que el transcurso del tiempo y los conflictos de poder y culturales han fijado en la memoria cultural» (p. 69). Y en la creación de ese «espacio público» se pasa de un olvido deliberado de todo el pasado judío desde después de la expulsión hasta el siglo xix, cuando «los judíos granadinos van a formar parte del paisaje imaginario que a partir del romanticismo se ve reflejado en el orientalismo cultural» (p. 79) y, actualmente, «en la narrativa popular y en la publicidad ha quedado marcado el Realejo como la antigua judería» (p. 80).
A continuación, comienza el segundo de los bloques que componen en libro, «II. La huella literaria» (pp. 89-183). Este apartado está nuevamente compuesto por otros tres capítulos con el denominador común de servirse de textos literarios para recrear la judería de Granada. El primero de los trabajos lleva por título «La judería de Granada en los textos» (pp. 91-113) y está firmado por María José Cano Pérez. En tanto que no han quedado restos materiales, como afirma la autora al comienzo del capítulo, hay que recurrir a los testimonios escritos para determinar la existencia de la judería. Contiene al comienzo un interesante listado de judíos que embarcaron en diferentes puertos, dando noticias de las personas que se fueron al exilio tras el Edicto de Granada, y se vuelve a incidir en la idea del olvido impuesto tras la expulsión: «Una vez expulsados los judíos los conquistadores trataron de borrar todo vestigio de judaísmo en sus reinos y al convertirse Granada en el símbolo de la unificación política y religiosa el judaísmo granadino también lo fue y pusieron todo su empeño en hacerlo desaparecer» (p. 109). Por último, también se destaca al final la importancia de las actas inquisitoriales como testimonio para recrear la judería de Granada.
El segundo capítulo de este bloque es, sin duda, el más original de todos. Está compuesto por Doğa Filiz Subaşi y se titula «Granada zirí judía: un itinerario imaginario a través de los Banū Nagrela» (pp. 115-162). Se trata de un itinerario imaginario ambientado en la época de Samuel b. Yosef ha-Levi b. Nagrela (993.1056) y su hijo, Yehosef b. Nagrela (1035-1066). Como afirma su autora, «Aunque se ha hecho uso de la imaginación para la confección del trayecto, lo cierto es que la ruta en sí es totalmente real, porque pasa por lugares que existen y pueden visitarse actualmente en Granada» (p. 119). El itinerario está compuesto por un total de once paradas en diferentes lugares emblemáticos, según se puede apreciar en las fotografías que incluye el capítulo, y se acompaña de fragmentos de textos para ser leídos conscientemente en cada una de las paradas. La ruta está diseñada para completarse en dos o tres horas.
Cierra este segundo bloque el capítulo de Tania María García Arévalo, que lleva por título «Breves notas sobre la relación de Abraham Seneor con las aljamas castellanas y la Guerra de Granada (1482-1492)» (pp. 165-183). En estas páginas, se presta especial atención a la figura de esta eminente personalidad del judaísmo hispánico y se aporta documentación sobre su labor como recaudador de tributos en las aljamas castellanas para financiar la Guerra de Granada (1482-1492). Finalmente, también se destaca su conversión al cristianismo, casi al final de sus días, en contraposición con otros eminentes judíos de la época, como Isaac Abravanel, que partió al exilio.
El último bloque del libro, rotulado como «III. Las nuevas tecnologías» (pp. 185-229), está compuesto únicamente por dos capítulos, cuyo nexo de unión está en el empleo de los Sistemas de Información Geográfica (SIG) a la hora de abordar el estudio de la judería de Granada. El primero de los capítulos es de Jean Passini y se titula «La judería de Granada: el urbanismo de la judería. Estudio para una investigación prospectiva» (pp. 187-198). Este breve e interesante trabajo emplea los Sistemas de Información Geográfica (SIG) para analizar los datos cartográficos y determinar el asentamiento judío en Granada, ya que hasta ahora no ha sido posible ubicarlo con excavaciones arqueológicas. El análisis topográfico del espacio urbano se emplea para geolocalizar el espacio de asentamiento, comparando los datos con los que ofrece la judería de Toledo. Para este análisis, se parte de cuadros y de planos antiguos, para poder realizar un análisis hidrográfico de pozos, desagües, etc., que permita delimitar aproximadamente el espacio perteneciente a la judería.
Cierra este volumen el trabajo de María Marcos Cobaleda, titulado «Relaciones artísticas transculturales en el Mediterráneo tardomedieval. Un estudio a través de los Sistemas de Información Geográfica (SIG)» (pp. 201-229). Este último capítulo, de cierta extensión, desarrolla pormenorizadamente la metodología de trabajo de los Sistemas de Información Geográfica (SIG) y, de forma más específica, se centra en su novedosa aplicación para el estudio de la Historia del Arte. Como botón de muestra, al final del trabajo se centra en un estudio práctico aplicado a los muqarnaṣ del Mediterráneo tardomedieval y los arcos túmidos.
Una vez descritos los múltiples contenidos de esta publicación, se puede apreciar que, en el balance global, se trata de una obra muy completa y muy bien estructurada, con la judería de Granada como hilo conductor de todo el libro. Los tres bloques en los que se distribuye el volumen sirven para agrupar, de forma cohesionada, los tres ejes en los que pivota todo el contenido: historia, literatura y geografía. Además, en cada de uno de esos bloques, también el enfoque es diferente, de forma que el resultado es una obra polifónica que se acerca a la judería de Granada desde diferentes disciplinas de estudio. Esto es, sin duda, lo más enriquecedor del libro, puesto que se trata de un tema complejo, debido a la falta de vestigios materiales de la judería de Granada, de ahí la necesidad de explorar diversas vías de acercamiento a este pasado judío granadino. Asimismo, hay que tener en cuenta que, como indica el editor en la introducción, este volumen no es el final, sino el punto de partida de la restauración de un pasado que ha estado demasiado tiempo olvidado:
El presente trabajo nació con una finalidad reparadora, pero no totalizadora. Se trata, antes bien, de una propuesta para un debate inicial que mueva a otros intentos que arañen a ese pasado inexplorado algo más de conocimiento. No es, por tanto, una obra que venga a culminar y sirva de cierre definitivo al conocimiento de esta judería. Es un punto de encuentro, de reactivación y de debate (p. 10).
Así pues, el volumen cumple con creces la función con la que fue concebido, puesto que despierta en quien lo lee el deseo de continuar indagando en el pasado de la judería de Granada y, además, esboza una visión de conjunto, desde diferentes ópticas, de cómo pudo ser en su tiempo de esplendor esta judería.